sábado, diciembre 16, 2006

Manipulación de la opinión pública


NUEVATLANTIDA
Revista esotérica, libre e independiente.
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MANIPULACION DE LA OPINION PUBLICA


Manipular la opinión pública, calificando a quién se opone,
como “iluminado”, charlatán o… miembro de una “secta”.
Extractos de la obra de Jean-Pierre Joseph "Les radis de la
colère", Louise Courteau Editrice, ISDN 2-89239-208-X -
Capítulo II, páginas 71 a 95 – http://www.onnouscachetout.com

Este género de calificativo hacer perder instantáneamente toda
credibilidad a no importa qué ciudadano, incluso aunque sea un
premio Nobel. Es más fácil lanzar estos apelativos, que quedan
adheridos como una mancha imborrable, antes que someter a
cualquiera a investigación o a una condena. Someter a
investigación puede llevar a un no-ha-lugar o a una puesta en
libertad. El condenado puede ser rehabilitado. Pero el
supuesto adepto de una secta será sospechoso mientras se
recuerde que “alguien dijo que parece que esta persona formaba
parte de una secta”.
Ese es el motivo por el que los homeópatas, gracias a que uno
podía cuidarse pagando 10 veces menos, pasaron a ser
oficialmente “adeptos” o “simpatizantes de sectas”. Un
periódico regional (francés) dedicaba casi una página para
explicar que se habían necesitado 10 años de estudios a un
equipo de investigadores para demostrar el mecanismo
científico de la homeopatía. El equipo se hallaba preparado
para afirmar que esta ciencia era una realidad y que daba
resultados. Entonces, el Consejo Nacional del Colegio de
Médicos envió consignas a sus miembros, explicádoles que las
sectas se hallan en todas partes, que « reclutan » entre los
médicos, y que casi la totalidad de los homeópatas, o bien
formaban parte de ellas, o bien eran simpatizantes que habían
perdido su credibilidad, ya que estaban manipulados de forma
cosmo-mágica por un gurú.
La homeopatía tuvo pues que movilizar toda su energía para
demostrar, bien que la asociación a la que se adhería no era
una secta, bien que ellos mismos no estaban adheridos a
ninguna asociación. Incluso aunque se tuviera éxito en
demostrarlo, lo que resulta casi imposible (¿cómo proporcionar
una prueba negativa ?) no se ha ganado mucho con ello, ya que
a continuación se convierte simple y llanamente en un …
“iluminado”.
Este proceso conduce al hecho de que en todos los estratos de
la sociedad, no se escucha al miembro de una secta ni al
simpatizante, ni siquiera al que se sospecha que es (incluso
aunque lo niegue) un adepto, e incluso sobre aquél en quién
recaen sospechas de no ser más que un simpatizante. Incluso
éste es “manipulado”. Este maravilloso engranaje hace que
baste calificar a todo investigador que realiza un hallazgo,
de “iluminado”; a todo grupo de investigadores, de secta. De
esta manera, ya sean médicos, investigadores, profesores, que
hayan descubierto el motor de agua, aplicaciones en materia de
energía solar, o terapéuticas de todas clases…, todos sus
informes serán sistemáticamente ignorados.
Incluso aunque digan expresamente que sus investigaciones han
terminado, que las aplicaciones sólo son proyectos, pero que
están realizadas, y que pidan a la comunidad científica que
venga a verificarlas, no sólo nadie no se desplazará, sino que
además, con aire despreciativo, aquellos que hayan sido
reunidos afirmarán con histeria que “de todas maneras, no lo
creen”. Y pronunciarán entonces la fórmula mágica: “¡Es una
secta!”, sobreentendiendo que: “No me pondré en ridículo
verificando lo que me cuentan los miembros de una secta “.
Se ha conseguido entonces el objetivo del proceso: todos los
investigadores, y sobre todo, los resultados de los
investigadores, que amenazan desestabilizar el orden
establecido, han quedado neutralizados. Los
“imbéciles-que-no-se-lo-creen” podrán continuar riéndose
todavía mucho tiempo. Nunca han dejado de hacerlo. A
principios de siglo pretendían que el ser humano no podría
resistir una velocidad de más de 100 Km. por hora, y que los
aeroplanos jamás podrían volar realmente. Frenaron, bloqueando
los créditos, todas las investigaciones en esos terrenos.
Luego bloquearon durante casi 50 años la acupuntura. Con las
mismas sonrisitas, han limitado los créditos concedidos a la
investigación de la energía solar, favoreciendo así la
construcción de las grandes moles del súper generador de
plutonio, fustigando además, en aquella época, a los
“iluminados” que se les oponían. Y si mañana un investigador
anuncia que ha encontrado un producto que podría tener efectos
espectaculares en la mejora de la salud de los enfermos de
S.I.D.A., los imbéciles se sonreirán, sobre todo si este
producto es un extracto de plantas y tiene un bajo coste. Por
el contrario, y como por casualidad, aplaudirán el
“descubrimiento” de la sustancia (horriblemente cara, pero
¿qué no se haría por la salud?) que procurará una ligera
mejoría. Este ejemplo no es teórico, porque ya se ha
producido, en particular con el caso Mirko Beljanski.
Los verdaderos acupuntores, los que cotidianamente intervienen
en los hospitales de Shangai, Cantón o Pekín, sólo utilizan
agujas en un caso de cada tres, ya que en los otros dos casos
se sirven de… sus manos, practicando una especie de técnica de
imposición de manos. Estas técnicas eran, además, practicadas
todavía recientemente por la mayoría de expertos asiáticos de
judo, karate, aikido, jiu jitsu, shintaido, chi quong, etc.
Los asiáticos, que han captado muy bien el espíritu
occidental, no han desvelado al gran público más que la parte
de la técnica menos interesante, la más vistosa… Mientras que
oigo hoy en día a los mismos imbéciles gritar escandalizados:
“Parece que N…. cura por imposición de manos”, no puedo más
que consternarme sabiendo que millones de personas son
tratadas diariamente de esta manera. Si fuera verdaderamente
ineficaz, un continente entero no había mantenido esta
terapéutica durante varios miles de años. ¿Saben además,
cuando se ríen de la homeopatía, indicando que sólo es
autosugestión, que numerosos agricultores la utilizan hoy en
día con éxito con sus animales…? Se puede hipócritamente
anunciar, con aires de tristeza pero “llenos de esperanza”,
que se “hace lo que se puede” en materia de investigación
sobre el cáncer, pero que “se carece de medios”; que se ha
disminuido la polución de los motores de gasolina; que se
busca una “vacuna” contra el S.I.D.A., y que se está a punto
de encontrar la “fórmula milagrosa” para disminuir el paro…
El inteligente mecanismo de la instalación de la psicosis.
El lector ha comprendido ya que si un grupo de personas, no
contentas con guardar en secreto estas informaciones, decide
convertirlas en un modo de vida diferente, escapando así a la
sociedad de consumo, y a la “salud del consumo”, se convierte
en un modelo, a diferencia de quienes se contentan con bajar a
la calle a manifestarse sin tener nada que proponer. Este
grupo se convierte entonces en peligroso.
Y si además se sabe que es a todas luces impensable que
cualquiera que estudie la espiritualidad durante varios años,
se suicide, uno puede llegar a cuestionar el “suicidio
colectivo” que tuvo lugar en la Navidad de 1995, en Vercors, y
puede llegar a preguntarse si es que se nos toma por
imbéciles. El complot no lo deciden los imbéciles, y la manera
como se pone en marcha procede de un escenario que no puede
ser fruto del azar.
Las fases del desencadenamiento de la psicosis son:
Primera Fase: Creación de un movimiento asociativo
"antisectas", y atribución de grandes subvenciones.
Desde hace varios años, y muy discretamente, se han ido
constituyendo en todas las regiones (francesas) las
asociaciones que, posteriormente, se han reagrupado, y que hoy
en día forman la muy célebre ADFI (Asociación de Defensa de la
Familia y el Indivíduo. Este movimiento recibe importantes
subvenciones de diversos ministerios y de colectividades
locales. A través de él, es posible que cualquiera que
pretenda ser víctima de una secta perciba una indemnización
que le permita reinsertarse en la sociedad. Es pues muy
posible que los individuos que vienen a quejarse sobre los
platós televisivos de las “manipulaciones” sufridas, sean los
mismos que acaban de recibir las subvenciones. Si tal fuera el
caso, nos encontraríamos con la hipótesis única y excepcional
del testigo que “ha pasado por caja” antes de declarar…
La ADFI es un organismo tranquilizador: reagrupa asociaciones
locales, planta delante sus benévolos administradores, de una
cierta edad, a menudo de una edad determinada que, a la vez
que combaten todo sectarismo, alientan vivamente la «
reinserción » a través de la plegaria en el seno de la Iglesia
(la católica, desde luego)… Estas personas tranquilas y
serenas utilizan, sin que se detecte, los métodos que ellos
denuncian: persecución; hostigamiento telefónico (tanto con
las «víctimas» como con los «adeptos»); fomento de la
delación; conferencias y discursos de propaganda, etc.
Progresivamente va instalándose en el inconsciente colectivo
la idea de que si existe una asociación (sin “ánimo de lucro”)
que persiga a las “sectas”, es porque existen sectas y
representan un peligro real. El ciudadano no tiene pues ni la
más mínima sospecha de ser manipulado, ya que el militante de
base tampoco la tiene. Además, el militante de base cree
realizar una obra humanitaria, y no es en absoluto consciente
de las enormes apuestas financieras que han conducido al
gobierno a promocionar su asociación.
La ADFI interviene de manera inhabitual en los servicios
públicos (a menudo, en la educación nacional) para señalar que
tal persona forma parte de una “secta”. Interviene en la
justicia dirigiendo cartas a los magistrados, en nombre de la
defensa de los individuos. Incluso sugiere, en nombre de la
defensa de la familia, que los niños que viven con padres que
están en una “secta”, sean internados en la DASS. Así, y
después de varios años, ha cumplido su papel, la opinión
pública piensa ahora que en Francia existen numerosas sectas,
y sobre todo, que son peligrosas.
Segunda fase: Mediatizar el miedo de manera sutil.
¿Cómo manipular a los periodistas sinceros?
Para tener éxito en este esfuerzo extraordinario de manipular
a los periodistas, el mejor medio es utilizar a una minoría de
ellos que no tienen por qué tener la misma conciencia
profesional que la mayoría, y que, porque habrán sido los
primeros en pronunciarse sobre un nuevo tema, no se verán
cuestionados por sus colegas.
Es casi seguro, para el periodista sincero que desembarca en
una «secta», que cuando uno de sus colegas ha hecho ya un
reportaje tratando de horrores, de niños maltratados, de
ayunos místicos, de rituales, de privaciones de sueño, etc.,
incluso si este periodista no ve nada de todo esto, que esté
sin embargo convencido de que esto existe y que se le está
escondiendo (ya que uno de sus colegas lo ha dicho antes que
él). Toda su atención estará entonces movilizada a intentar
descubrir esos elementos que no ve. Las investigaciones de los
miembros científicos de la “secta” no le interesarán. Pero
como va a salir “con el rabo entre piernas”, es decir, que no
habrá podido constatar nada alarmante, anunciará entonces que
“se las han apañado” para que no viera nada…
Al principio es necesario encontrar, para cada grupo,
periodistas todavía poco conocidos y con ansias de celebridad,
y a los que una redacción prometa la compra de un reportaje a
condición que sea sensacionalista y sin importar la veracidad
de lo que se escriba. A continuación, será fácil enviar a
otros periodistas que, persuadidos de la veracidad de los
“horrores” que ha descrito el anterior, intentarán, por
reflejo, e incluso por conciencia profesional, afianzar el
tema, conservando en el montaje de la película, el gesto que
según su opinión, es de la especie que demuestra los
“horrores”.
¿Cómo manipular la opinión pública? Algunas técnicas del
trucaje televisivo
Se filma a niños que juegan en un inmenso prado. Como sucede
a menudo en el campo, las parcelas de terreno están a menudo
limitadas por cercados espinosos. En un momento del juego el
cámara pide a los niños que se aproximen al cercado. Se
tiene cuidado de filmar este momento para conservar en el
montaje los cinco segundos durante los cuales se ve a un
niño tras un cercado. El telespectador no puede entonces
saber que, tras el cámara, se extendían 100 metros de
terreno dando directamente sobre la carrera, y además sin
estar vallado.
Se filma a un padre de familia al que se ha pedido efectuar,
para la cámara, algunos minutos de un trabajo típico de
granja. El cámara propone entonces serrar madera. El
periodista sugiere entonces que esto se haga en presencia de
los niños, precisando que esto lo hará más “cálido”, y
mostrará que “no son personas peligrosas”. Durante el
rodaje, uno de los niños, orgulloso de estar ante una
cámara, pide que se le deje intentar serrar la madera.
Durante algunos segundos se filmará al niño serrando solo.
El equipo de rodaje incluso aplaude, sin decir que a
continuación sólo se conservará el montaje en el que el niño
sierra la madera solo. Cinco segundos de esta imagen
bastarán para dar al telespectador la impresión de una
verdadera sesión de trabajo impuesta al niño.
Se entrevista a la persona a la que se califica de gurú. La
entrevista es cálida. Se ríe, se bromea. En medio de las
risas y chistes, el «gurú» dice “Cuando pienso que los que
están contra mí dicen, burlándose de mí, que soy la
reencarnación de un faraón”. Por suerte para el periodista,
la persona interrogada ha marcado una pausa entre el “que” y
el “soy”. En el montaje sólo se conservará la última parte
de la frase. El telespectador sólo verá al gurú tres
segundos, y le escuchará únicamente decir: “Soy la
reencarnación de un faraón”.
Los miembros de la comunidad han aceptado que el periodista
visite los edificios. Finalmente fisga por todos sitios y
encuentra en un granero, un viejo recuerdo traído de un
viaje, a saber, una estatuilla egipcia recubierta además de
polvo. La limpia, baja hasta la sala de estar en la que
están sentadas en la mesa varias personas, la pone sobre la
mesa y pregunta a las personas sobre las circunstancias que
rodean la compra del objeto (qué viaje, en qué año, etc.) En
el montaje, el diálogo entre los miembros de la comunidad
será suprimido. Sólo quedará una música de fondo (de J.
Michel Jarre, por ejemplo) y un comentario que dirá
únicamente: “Vemos ahora a los adeptos dialogando alrededor
de una estatua egipcia”.
Dejemos aquí los ejemplos, e intentemos imaginar lo que puede
pensar un telespectador que ha visto estas cuatro secuencias
consecutivas. En efecto, él ha visto:
Niños tras un cercado
Un niño que sierra la madera solo.
Una persona de la que se afirma es un “gurú”, y que dice:
“Soy la reencarnación de un faraón”.
Los adeptos sentados a la mesa alrededor de una estatua.
¿Qué pueden pensar los magistrados de los tribunales, o los
policías, que han visto tales reportajes, y no saben que se
les ha tomado el pelo? ¿Cómo sorprenderse entonces ante la
dramatización judicial de todo suceso que pueda producirse en
una “secta” ya que, de buena fe, el policía y a continuación,
el magistrado, están absolutamente convencidos de que se
encuentran en presencia de personas peligrosas? Ninguno de
ellos puede imaginar que la impresión que tienen en su
interior ha sido un montaje de piezas encajadas por razones
precisas. ¡Esto es manipulación!
El punto sensible de la opinión: los niños.
En este estadio de la manipulación, el golpe de gracia se da
pulsando el punto sensible de la situación de los niños. Éstos
serán sistemáticamente colocados como pantalla. Los montajes y
trucajes serán utilizados para suscitar miedo sobre la
seguridad de los niños.
Bastarán algunos ejemplos que demuestren la forma de
actuación:
Se le dice a la opinión pública: ”el niño de la secta X ha
muerto, porque no estaba vacunado” Se cuida mucho de no
decir que quizá existía alguna otra causa en la enfermedad
del niño. Se evita cuidadosamente indicar que la eficacia de
las vacunas actualmente es muy discutida, y que los padres
mantenían que el niño había sido vacunado.
Se dice que: «En la secta Y, los niños están totalmente
aislados del mundo». El telespectador no tiene ningún medio
de saber que, por ejemplo, la casa en la que viven los niños
está en medio de un pueblo, que los niños tienen compañeros
que vienen a su casa (y a la inversa), que los niños miran
regularmente la televisión, y que salen de vacaciones a un
camping o incluso de colonias. Esta forma de decir las cosas
se llama desinformación.
Se monta un tinglado publicitario anunciando que la policía
fue una mañana a buscar a todos los niños de la secta S, ya
que se sospechaba que estaban desnutridos, con privación de
sueño, maltrato, o temas de moralidad… El telespectador se
queda con esta idea ya que nadie, entre todos los medios que
han lanzado la información, no publicará ni la menor
gacetilla para explicar que los niños regresaron a las dos
horas, ya que todos los controles resultaron negativos…
Esto también se llama desinformación. Los ejemplos podrían
multiplicarse. Cada vez que el telespectador oye la palabra
“secta”, oye también “niño” y “peligro”. Es algo muy sutil, ya
que muchos demócratas sugieren, en relación a las “sectas”,
que después de todo la gente vive como quiere y que nadie no
puede reprochárselo. Es en este punto que entran los
moralistas y dicen: “y los niños, ¿tienen el derecho de
obligar a los niños a todo esto?” A fuerza de escuchar el
martilleo asociando las mismas nociones: sectas = niños =
peligro, todo el mundo acaba por creerlo, incluyendo a los
magistrados. Éstos no tienen ni la voluntad ni el tiempo de
trasladarse al lugar. Desde el principio están persuadidos de
que estas nociones existen de verdad, y que si los
procedimientos no permiten demostrarlo es porque están en
presencia de gente inteligente que ha conseguido disimular los
hechos.
Los procesos van pues a sucederse, las medidas de asistencia
educativa van a llover, la conclusión normal del proceso
siendo la entrega de todos los niños a la DASS. Quiénes
tomarán estas medidas están de entrada persuadidos de que
salvan a niños en peligro, y no piensan en absoluto que han
reaccionado conforme a este gigantesco plan, cuya naturaleza
es la de desestabilizar y neutralizar a todos los grupos a los
que se quiere silenciar.
Tercera fase: Dar seguridad a los demócratas creando una
“comisión de investigación parlamentaria”. Parodia de
investigación: ¡172 dossiers en 50 minutos!
En efecto, hay tantas anomalías que empañan los «trabajos» de
esta Comisión de Investigación, que tenemos derecho a
cuestionárnosla seriamente :
La lista es sensiblemente la misma que la que había sido
establecida con anterioridad por los servicios de
información general, como si se hubieran contentado con
copiarla.
Los trabajos han sido clasificados como secretos, cosa
excepcional en esta materia. Por comunicado de prensa del 30
de octubre de 1996, Philippe Séguin, presidente de la
Asamblea Nacional, ha creido además necesario recordarlo:
“La investigación política que se nos ha encargado llevar
cabo (…) no puede ser publicada”.
El planteamiento de la lista no ha sido contradictorio. Sin
que los miembros, o los representantes de los movimientos,
hayan sido escuchados, la lista ha sido establecida de forma
totalmente arbitraria. Las supuestas visitas a las sedes han
sido puras formalidades. El Sr.Gest iba simplemente para
comunicar a los grupos que formaban parte de la lista, sin
ni siquiera escuchar sus argumentos. Sólo se procedió a 20
audiciones.
La comisión de investigación sólo se reunió dos veces,
totalizando 50 minutos, y en este lapsus de tiempo, ha
«controlado» la aplicación de los 10 criterios a 172
movimientos o asociaciones. De la noche a la mañana, estos
grupos han sido todos calificados de « sectas ». Lo que
representa menos de 20 segundos por dosier. ¡Un verdadero
record !
El informe de la comisión ha sido ratificado por la Asamblea
Nacional «[...] por unanimidad, el 20 de diciembre de 1995,
por los 7 diputados presentes». (L'Humanité, 11 de enero de
1996)
Como por azar, se «olvidaron» se incluir en la lista algunos
movimientos que no reconocen como siendo peligrosos:
movimientos satánicos y movimientos extremistas violentos
reivindicativos de algunas religiones. Como por azar, ellos
no se meten con la mundialización de la economía, ni de la
industria agroalimentaria, ni con la política de sanidad, ni
con las vacunas… Esta cantidad de anomalías es tan
caricaturesca que, llegados a este punto, todo comentario es
superfluo.
Objetivos de la psicosis: futuro control de las
asociaciones, y neutralización de todos los grupos, sobre
todos de aquellos que «saben demasiado».
Futuro control de las asociaciones.
Toda democracia funciona gracias a un enorme tejido
asociativo. Si mañana las asociaciones pudieran ser
controladas por el poder, sería el final de la democracia. De
la República quedaría sólo el nombre. Y, en una época en que
la cifra del paro es desmesurada y la agricultura está en
quiebra total, paradójicamente, todas las medidas tomadas por
los gobiernos han agravado las cosas desde hace 10 años. Y
puesto que se piensa que no lo han hecho adrede, nadie dice
nada. Se vota a las derechas, luego a las izquierdas, y luego
se rebota hacia la derecha. Pero cada vez más asociaciones
intentan hacer que funcionen circuitos económicos paralelos y
recrean así una vía económica. Y las minorías que poseen los
medios de producción en todo el mundo viven en realidad de la
pobreza y del paro. Se enriquecen a costa de nuestra miseria.
No desean en absoluto que disminuya el paro y que la
agricultura vaya bien. Ven con muy mal ojo los intentos de
economías paralelas. Cuanto más pobres somos nosotros más
ricos son ellos. Es preciso acallar todo este medio
asociativo. Pero ¿cómo controlar las asociaciones sin
desencadenar una revolución? Simplemente haciendo creer que
ciertas asociaciones son peligrosas, y maniobrando hábilmente
para que la opinión pública pida ella misma una ley de control
de las asociaciones.
Neutralización de los grupos que «saben demasiado».
Hoy en día está claro que si se quiere atacar los argumentos
de toda persona o grupo que tengan alguna propuesta molesta,
basta indicar que forma parte de una secta para que se detenga
todo debate.
Actualmente, los homeópatas están acusados por el Consejo del
Colegio de Médicos (de Francia) de ser miembros de sectas o,
como mínimo, simpatizantes. De golpe, todos los médicos que se
interesaban por la homeopatía hacen mutis por el foro, a
menudo por miedo. Los homeópatas deberán, en el futuro,
demostrar que no forman parte de una secta, que su asociación
de homeópatas o de personas que reflexionan en otra manera de
abordar la salud, no está relacionada con una secta. En
resumen, ya no se habla de homeopatía. Todo se mueve en torno
al debate de si es o no una secta.
Es exactamente lo que se preveía desde el principio. Desde el
mismo momento en que en alguna parte de Francia existe un
grupo de investigación de otra forma de economía, o de
alimentación, o de concepción de la salud, en un plazo más o
menos largo esta grupo queda calificado de secta. Ya no se
escucha a la persona ni se tiene interés hacia sus trabajos.
Así, entre todos los periodistas de todas las cadenas de radio
y televisión y de la prensa escrita que acudieron a La
Coucourde, ninguno se preguntó: “¿Y si fuera verdad que su
ciencia produce frutas y verduras más abundantes por hectárea,
suculentas, ricas energéticamente?”. Tan convencidos estaban
de hallarse en presencia de una secta que anduvieron en medio
de los agrios, las zanahorias gigantes y las berengenas de 2
Kgs. sin verlas. Tampoco ninguno de entre ellos se dio cuenta
de que las fresas crecían a ras del suelo incluso en
diciembre, casi bajo la nieve.
Es exactamente lo que se esperaba de ellos…
Objectivo: el pensamiento único, ni olor ni frontera para los
billones
Así, progresivamente, todos los aguafiestas, todos los que
tratan de hacer saber que existen otras soluciones que no sean
las del pillaje y destrucción del planeta, aumentando los
colosales beneficios de una pequeña minoría, serán dejados en
la cuneta. Cada investigador aislado que, un buen día deja de
pensar “como todo el mundo” se convierte inmediatamente en un
“iluminado”. Y ya no se le escucha.
En los años 60, cuando un escritor famoso, o un.profesor o
incluso un clérigo renombrado, emitía una opinión insólita,
todo el mundo se preguntaba sobre el fondo de lo que había
dicho. No podía, de la noche a la mañana, haberse vuelto loco.
Y se le verificaba.
Hoy en día, cuando una personalidad, sea quién sea, incluso
cubierta de diplomas y experiencias, emite una opinión
molesta, automáticamente ya no nos interrogamos sobre el fondo
de lo que expresa, sino en saber si esta persona ha perdido o
no el juicio.
Somos numerosos los que durante años protestamos por la suerte
que corría Alexandre Soljenitsyne, sin saber que nosotros
hacemos lo mismo a ciertos de nuestros conciudadanos, porque
ellos manejan temas tabú. Todos mantenemos certezas sobre
hechos que no hemos verificado. En teoría, nuestra democracia
permite la expresión de cada uno de nosotros, sin embargo:
el investigador que molesta, pierde su puesto
el universitario que no piensa como todo el mundo, pierde su
puesto
el escritor que emite una opinión insólita, es censurado
el entrenador deportivo que quiere que sus alumnos se
sientan bien en su piel y contentos con la práctica, aunque
no obtengan medallas, es despedido.
En resumen, todo lo que desbarata al "pensamiento único",
destinado a mundializar la economía, es decir, a concentrar
los beneficios en algunas manos, es barrido.
Las sectas son peligrosas: debemos destruirlas…