Edgar Jerezano Azamar
Todo ser humano es un caminante y un buscador, estar en la Tierra es como estar
en una escuela donde la materia principal es la evolución, la autorrealización;
conocerse y transformarse a sí mismo, despertar a una mayor consciencia;
vivenciar y experimentar el mundo como algo infinito, misterioso,
multidimensional, mágico y libre.
El camino del espíritu es individual y es interno, se trabaja en silencio sobre
sí mismo y no se requiere de una manifestación externa y visible hacía los demás
del interés personal por crecer internamente; por ello más que ropa blanca o de
cualquier otro color se requiere mejor purificar la mente, los sentimientos;
actuar con integridad.
Más que talismanes, amuletos, símbolos de grados y demás protecciones externas,
etc., se requiere cultivar una protectora actitud mental positiva.
Más que hermanos necesitamos amigos y compañeros en el camino de la
autorrealización.
No solo debemos considerar "hermano" el que esta iniciado en el mismo Grupo,
Logia, Escuela u Orden, al cual pertenezcamos.
Como el camino iniciático es la vida cotidiana misma, no existen profanos, todos
vamos y estamos en el mismo camino de la evolución consciente o
inconscientemente; todos somos hermanos simple y sencillamente por ser humanos,
por haber emanado de la misma fuente primigenia de vida y consciencia.
Somos nosotros mismos los seres humanos, quienes por el ego de sentirnos
superiores hemos creado barreras artificiales al separarnos en credos, países,
ideologías, razas, niveles sociales, religiones, etc., hoy ya debemos recuperar
la consciencia de la unidad perdida; lo que separa es falso, lo que une es
verdad.
Recuerda como se saludaban entre sí nuestros abuelos Mayas: In Lakech, A Laken,
"Yo Soy tu otro tú, tú eres mi otro yo". Es decir, todos somos uno.
Las diferentes formas que ves, son los mil rostros bajo el cual se oculta una
sola realidad común, una misma esencia, la energía Divina o Luz ilimitada.
El guerrero del espíritu, el caminante de los senderos hacia la luz y la
sabiduría se funde con la gente de su tiempo, se camuflajea como los demás, su
estrategia de lucha interna o trabajo sobre sí mismo es no alimentar o inflar su
ego, así evita todo aquello que lo haga sentirse o verse como alguien
"especial", diferente, único o que llame la atención de los demás; no es por ni
por su forma de vestir, hablar, corte de cabello o por las cosas que se pone
como se le reconoce; sino por su actitud y animo ante las circunstancias de la
vida, por lo que piensa y más aun por lo que hace (por sus frutos les
conoceréis); es coherente con lo que dice, tiene unidad interna, piensa, siente
y actúa en consecuencia y congruencia, si enseña es con el ejemplo, si habla de
algo es porque ya lo ha experimentado, transmite lo que ha aprendido con
sencillez y amor, sin preferencias ni dobles intenciones.
No intenta convencer a nadie de nada, demostrar lo que sabe, ganar seguidores o
polémicas, siempre se mantiene centrado, sereno ante cualquier circunstancia,
sin apegos o fijaciones, fluye, vive lo que le toca en armonía con las
cambiantes circunstancias; no lucha pero vence, más allá del bien y del mal, se
establece en el centro de su ser.
Comprende que todo es relativo y evolutivo, por eso no se apega a sus ideas y
creencias actuales sabe que en cada etapa de su desarrollo vera las cosas de una
manera diferente y cada vez con mayor amplitud y claridad, el caminante esta en
constante cambio o mutación igual que la naturaleza, sabe que al final (que
verdaderamente no hay final) del camino esta la verdad y la unidad.
Y que solo al alcanzar ese estado se hará consciente y comprenderá que siempre
había estado en ella, sin saberlo; dormido a esa realidad.
Sabe que el camino es personal, que nadie da pasos por él y que desde la cima de
la pirámide o montaña interior se ve que a esa meta se podía llegar por
múltiples caminos de ascenso todos igualmente validos, aunque puedan tener
diferente ruta, dirección o velocidad. Pero donde cada caminante de una manera
perfecta asciende a la meta por el (su) camino que le corresponde transitar.
Asimila que las cosas son perfectas tal cual son, que hay una justicia y
sabiduría perfecta en todo cuanto ocurre, independientemente de que si él así lo
percibe y reconoce que al mundo lo ve como una proyección de su estado interior,
que el mundo que debe cambiar es el suyo propio interno, pues como dijo Buda:
"Para el puro todo es puro, para el impuro todo es impuro", Lao Tse dijo: "El
que vence a los demás es fuerte, el que se vence a sí mismo es poderoso", Jesús
dijo: "Antes de ver la paja en el ojo ajeno, quita la viga que tienes en el
propio".
Es decir, que si algo vemos mal, (la proyección al exterior de un aspecto
inconsciente de nuestro interior) esa es una clara señal de que debemos iniciar
un cambio, revolución, o transmutación en nuestra propia forma de pensar, sentir
y actuar; hasta llegar a vivenciar y experimentar que todo es sagrado en su
naturaleza intrínseca, pero que en un estado de sueño o ilusión, atrapados en el
mundo de la materia y por la incompleta percepción de la realidad que nos dan
nuestros sentidos físicos, esa realidad se distorsiona captándola deformada,
mal, injusta, negativa.
Dividir el mundo y sus eventos en buenos y malos, es vivir en la ilusión, vivir
en la dualidad; el verdadero pecado original es percibir el mundo fragmentado y
múltiple, no hay tal bien y mal, todo depende de la perspectiva; las cosas son
buenas o malas solo desde nuestro enfoque y ello debido a la programación que
recibimos a través de la educación, cultura, religión, época, lugar,
circunstancia, preferencia, etc., vemos al mundo como nos enseñaron a
percibirlo; de allí que Gurdjieff haya dicho que solo existen el bien y el mal
objetivos para quien tiene una meta objetiva y la única meta verdaderamente
objetiva para cualquier habitante de este planeta - escuela es que se vino a
evolucionar, a desarrollarse, realizarse, iluminarse, despertarse,
transformarse.
Bien y mal son subjetivos, ilusorios, lo que es bueno aquí es malo allá, lo que
es bueno ahora fue malo antes o lo será después, su relatividad depende de
tiempo y lugar, sin embargo sí existen objetivamente el bien y el mal, pero solo
en relación a una meta trascendente, siendo esta la autorrealización humana, el
crecimiento en consciencia interna. Es entonces que el verdadero mal es todo
aquello que nos impida evolucionar, como defectos, vicios, debilidades, rutinas,
apegos, instintos, complejos, bloqueos, ego, importancia personal, etc., esos
son nuestros espejismos, nuestro mal personal; mientras que todo aquello que nos
ayuda a despertar, a liberarnos de todo lo mencionado antes, eso es el bien.
Como por ejemplo: saber dar y recibir, observarse a sí mismo, perdonar, aceptar
las circunstancias de la vida como se presenten, o enfrentarlas si así se decide
pero con estrategia y consciencia del cuando y como hacerlo, aprovechando el
mejor momento; también el ser sencillos, naturales, espontáneos, flexibles,
seguir siempre adelante y aceptar la sabiduría de la forma o fuente que venga,
aprender de todo y de todos, buscar de y con el corazón hacer contacto con los
guardianes y depositarios de la Sabiduría Tradicional a la cual pertenecemos por
derecho de nacimiento; llevar en la vida alguna disciplina de desarrollo
interior, etc.
El Caminante sabe que nació y vive en el lugar preciso, en el tiempo exacto
donde se conjugan los factores más propicios a su evolución, por ello busca sin
que parezca buscar, espera sin impaciencia, sabe que lo que en verdad necesita
está muy cerca, aquí y ahora; y no en el pasado, el futuro o el más allá, etc.,
los viajes que emprende en la búsqueda de la verdad son hacia su interior, y si
hace un peregrinaje de búsqueda en el mundo exterior, simultáneamente lo hace en
su mundo interior.
Aquí y ahora es su centro de atención, el caminante se siente universal,
planetario, cósmico, por ello en libertad puede participar en cualquier grupo o
grupos pero sin apegos ni dependencias; no se siente ni salvador, ni salvado;
sino solo parte de un gran proceso, una pieza más del plan cósmico.
Trasciende todas las fronteras, sin sentirse ni oriental, ni occidental, ni del
Norte, ni del Sur; no acepta etiquetas ni clasificaciones; como ser es mágico,
libre, misterioso, infinito y eterno, todo lo que se diga de él es solo un punto
de referencia; sin rutinas y libre, actúa dejándose llevar o guiar por su sentir
y su intuición, nada le ata ni él se ata a nada, disfruta de la amistad, goza
los encuentros, pero sabe que en realidad nada es suyo, nada le pertenece y por
ello agradece ese regalo milagroso, ese encuentro, esa amistad u objeto que la
vida le ofrece y ante las cosas que llegan y se van, él se mantiene igual, en el
Tao, en el Pilar de en medio, en el punto de quietud, en el centro de la rueda,
en el camino de la flecha, recorriendo el filo de la navaja, en el justo medio;
siguiendo las enseñanzas que la Tradición nos ha dado a través de Cristo, Buda,
Krishna, Lao Tse, Quetzalcoatl, Zoroastro, Mahoma, Moisés.
Evita los extremos, fluyendo. Comprendiendo que alegría y dolor, bien y mal,
halago y humillación son los frutos prohibidos de la dualidad (comer del árbol
de la ciencia del bien y del mal), caer en la ilusión, o salir expulsado del
edén y perder la inocencia de vivir integrado armónicamente con la unidad
primigenia.
El Caminante que todos somos, busca una síntesis, una visión global, holística;
descubre que en esencia todo es lo mismo, que todos los grupos y tradiciones
buscan la misma meta, difiriendo solo en técnicas, métodos, apreciación,
acercamiento, nomenclatura, énfasis, dinámica; los nombres cambian pero se
refieren al mismo hecho, cambian las personas pero el objetivo es el mismo,
cambian los símbolos pero la realidad representada no y así en un momento dado
al caminante ya no le interesa perder tiempo y energía criticando a los demás, a
sus Maestros, enseñanzas y practicas, el tiempo es muy corto y cada día es un
regalo y una nueva oportunidad para dar otro paso más adelante, subir otro
escalón.
Comprende que en el camino evolutivo hay seres que van unos detrás y otros
adelante de él, por eso enseña (a quienes le siguen) y aprende (de quienes van
adelante), es Maestro y Discípulo, pero antes que nada es un hermano para todos,
pues él se ubica en el centro de la escala.
El Caminante busca la Tradición generada en el lugar donde nació o vive, la
línea de desarrollo adecuada a la circunstancia de tiempo y lugar, sabe que las
tradiciones o líneas de enseñanza para el crecimiento interno se desarrollan
como fruto natural y optimo para cada lugar y que lo que es aconsejable en un
tiempo y lugar es desaconsejable en otra y diferente circunstancia, así poco a
poco despierta a la comprensión de que todo lo que necesite para despertar y
crecer internamente está a su alcance, a la mano, cerca; que solo debe estar
alerta, atento, sensible, intuir las señales, oír el llamado y seguirlo.
Finalmente todo viene de lo alto, del Gran Misterio, así que no busca adquirir
poderes o facultades que le atén, avanza aceptando por igual lo conocido y lo
desconocido, lo cotidiano y lo mágico, reconoce que el universo es
multidimensional, que él es un misterio incluso para si mismo, que no se conoce
totalmente y así se acepta a sí mismo y a los demás tal cual son.
El Universo tiene múltiples dimensiones o aspectos de la realidad, el Hombre es
una incógnita incluso para sí mismo, es más lo que no sabe que lo que sabe sobre
sí mismo y su reto es avanzar en esa dirección hacia el Gran Misterio, rompiendo
moldes y esquemas preestablecidos, avanzando a lo indefinible.
Los seres tienden a querer continuar la Tradición o Filosofía que siguieron en
vidas anteriores, es aquello con lo cual se identifican y hasta cierto punto
están más apegados, de allí la dificultad de vivir el aquí y el ahora, la nueva
experiencia y circunstancia que les toca vivir hoy.
Queremos seguir siendo Yoguis, Qabalístas, Danzantes indígenas, Monjes, Mayas,
Egipcios, Hindúes, Judíos, Taoístas, etc., etc., y no hay nada de malo en ello,
podemos ser y hacer lo que queramos pero sin apegos ni dogmas, en libertad y con
respeto, pero también comprendiendo las nuevas circunstancias.
Todo evoluciona y necesitamos una nueva visión de las antiguas tradiciones,
adecuarlas al aquí y al ahora; las circunstancias cambian y un ritual o
disciplina efectivos hace miles o cientos de años cuando las energías de la
Tierra, el Universo y la Naturaleza tenían otro nivel, puede ya necesitar una
actualización, la Tierra que es un ser también evoluciona, su vibración y
energía cambia, su relación con el Universo muta o se transforma constantemente
y por ello las técnicas para armonizarse con el entorno van quedando desfasadas,
fosilizadas, ya tan solo útiles para unas gentes (retrasadas en el camino
evolutivo) pero no para otras; de allí que de tiempo en tiempo, cíclicamente
seres especiales encarnan para dar las nuevas directrices, surgen nuevas ramas
de sabiduría que se alimentan de las mismas antiguas raíces, son los nuevos
enfoques de trabajo, los más adecuados a las nuevas circunstancias cósmicas y
terrestres; el Hombre es un enlace o canal entre lo alto y lo bajo, entre el
Padre Cielo y la Madre Tierra o entre el espíritu (lo interno) y la materia (lo
externo), somos el punto intermedio o canal de enlace, pero Tierra y Universo
cambian sus relaciones y por ello las formas de canalizar ambas energías también
cambian, hoy día estamos en tiempos de transición, nuevas formas actualizadas de
Yoga, Qabalah, Astrología, Meditación, Oración, Sicología, Filosofía, Arte,
Ciencia, Religión, etc., se requieren.
En esta Nueva Era todo tiende a simplificarse y a sintetizarse, las nuevas vías
de desarrollo del Ser tendrán muchos puntos comunes, las tradiciones se acercan
y unifican, una corriente fresca de Sabiduría emana hoy del manantial original,
un agua viva, nutricia, pura, refrescante; en otros tiempos cíclicamente esto ya
ha sucedido pero después esa agua de sabiduría se enturbia y estanca, cumpliendo
ya su función de apagar la sed de autorrealización a medias, esa es la ley
natural, nacer, crecer, alcanzar un desarrollo optimo, degenerar y morir, eso le
pasa por igual a los individuos, las naciones, religiones, ordenes iniciáticas,
tradiciones, grupos, etc., es a veces ya tan solo el apego o fanatismo lo que
nos mantiene unidos a una tradición muerta y deformada, pensando y creyendo que
fuera de eso no hay nada más y así nos quedamos en la misma etapa más tiempo del
necesario.
Pero el Camino Iniciático, el Sendero de retorno a la Luz, esta en todas partes
a donde vayamos o estemos, pues no esta separado de la vida diaria, el Tao es
aquí y ahora, tu misión personal o Dharma son tu trabajo, tu familia, tu
actividad, tus amigos, tu circulo inmediato.
En tu vida diaria haz todo lo mejor posible y sin apegos, sirve, da, exígete a
ti mismo ser mejor en todo lo que haces, impecable y libre al actuar, atento,
consciente y sensible; aprende a dar y recibir, a no sentirte ni más ni menos
que los demás, a progresar sin obsesión, a ser feliz con lo que tienes en vez de
infeliz por lo que no tienes, a aceptar la vida sin ser conformista, a buscar el
equilibrio entre espíritu y materia, que en esencia son una y la misma cosa; a
evolucionar internamente y a progresar externamente; con una actitud fluida,
espontánea.
Da tu mejor esfuerzo siempre y acepta el resultado, pero si las cosas no salen
como lo esperabas ignóralo e inténtalo de nuevo, sin queja, ni autocompasión,
igual que un niño que aprendiendo a caminar se cae muchas veces y continua
intentándolo una y otra vez.
Desarrolla perseverancia, paciencia, voluntad, creatividad, ayuda a tus
semejantes sin esperar reconocimientos, haz tu labor y ten en ello tu
recompensa, no esperes nada de los demás, sirve por el gusto de hacerlo, haz lo
que te guste pero también lo que no te agrade, ve más allá de agrado y
desagrado, trasciende la dualidad, transita el camino medio, la columna mística,
el Tao, come del árbol de la vida, sitúate en medio del paraíso, asciende el
Pilar de en medio, el Camino que han enseñado los Grandes Maestros de la
humanidad, el Camino del Corazón, el camino del Amor Cósmico e impersonal.
Los Sabios del pasado y del presente han buscado la inmortalidad, la eternidad y
ésta consiste en situarse en lo único eterno que es el presente; concentra todo,
atención, consciencia, observación, cuerpo alma, mente, energía, espíritu y
sentimiento, vive intensamente cada instante, vívelo como si fuera tu ultimo
momento de vida, realiza ahora tus pendientes, perdona de corazón e
incondicionalmente, ama; el tiempo de la oportunidad es aquí y ahora, ¡el ayer y
el mañana no existen, solo el hoy es real, vívelo!
Grupo G.E.M.A. de Xalapa, Veracruz, México.
Cursos de: Astrología, Tarot, Qabalah, Numerología, Angelología, Meditación,
Ritos Mágicos, Sabiduría Indígena Americana, Feng Shui Clásico, I-Ching,
Religiones Comparadas, Karma y Reencarnación, Contactados y Canalizadores.
Saludos fraternales en el Sendero de la LVX.
Edgar Jerezano Azamar