sábado, diciembre 16, 2006

¿ En qué lado de tu paragüas has dejado tus zapatos?

Haz las pequeñas cosas de tu vida con una conciencia relajada.
Mientras comas, come totalmente: mastica totalmente, saborea
totalmente, huele totalmente. Toca el pan, siente la textura.
Huele el pan, huele el sabor. Mastícalo, deja que se disuelva
en tu ser y permanece consciente; entonces estás meditando. Y
entonces la meditación no está separada de la vida. Cuando la
meditación está separada de la vida algo va mal. Se vuelve en
contra de la vida. Entonces uno empieza a pensar en ir a un
monasterio o a una cueva del Himalaya. Entonces uno quiere
escapar de la vida, porque la vida parece distraernos de la
meditación. La vida no es una distracción, la vida es la
ocasión de meditar.


Un discípulo vino a ver a Ikkyu, su maestro. El discípulo ya
llevaba cierto tiempo practicando. Estaba lloviendo y, al
entrar, dejó los zapatos y el paraguas fuera.

Después de presentar sus respetos, el maestro le preguntó a
qué lado de los zapatos había dejado el paraguas.

Ahora bien, ¿qué tipo de pregunta es esta...? Uno no espera
que los maestros pregunten tonterías... más bien espera que
hablen de Dios, del despertar de la kundalini, de la apertura
de los chacras, de luces que aparecen en la cabeza. Uno
pregunta cosas ocultas, esotéricas. Pero Ikkyu hizo una
pregunta muy ordinaria. Ningún santo cristiano, ningún monje
jaina, ningún swami hindú la hubiera planteado. Sólo lo puede
hacer alguien que esté con Buda, en Buda, alguien que sea
realmente un buda.

El maestro preguntó a qué lado de los zapatos había dejado el
paraguas. Ahora bien, ¿qué tienen que ver los zapatos y los
paraguas con la espiritualidad? Si se te hubiera planteado la
misma pregunta a ti, te habrías sentido molesto. ¿Qué clase de
pregunta es ésta? Pero hay algo tremendamente valioso en ella.
Si hubiera preguntado algo sobre Dios, sobre la kundalini o
los chacras, eso habría sido necio, totalmente carente de
sentido. Pero esta pregunta tiene sentido. El discípulo no lo
podía recordar, ¿a quién le importa donde se dejan los zapatos
y de qué lado se deja el paraguas, a la izquierda o a la
derecha? ¿A quién le puede importar? ¿Quién presta tanta
atención a los paraguas? ¿Quién piensa en los zapatos? ¿Quién
es tan cuidadoso? Pero eso fue suficiente. El discípulo fue
rechazado.

Ikkyu le dijo: —Ve y medita siete años más.

—Siete años —dijo el discípulo—, ¿por esta pequeña falta?

Ikkuy respondió: —Esto no es una pequeña falta. Las faltas no
son grandes o pequeñas; simplemente no estás viviendo
meditativamente, eso es todo. Ve, medita siete años más y
después vuelve.

Éste es el mensaje esencial:
Sé cuidadoso, cuidadoso con todo. Y no establezcas
distinciones entre las cosas, esto es trivial y lo otro
espiritual. Depende de ti. Presta atención, sé cuidadoso, y
todo se convierte en espiritual. No prestes atención, no seas
cuidadoso, y todo se convierte en profano.

Tú eres el que imparte la espiritualidad, es tu regalo al
mundo.

Cuando un maestro como Ikkyu toca su paraguas, el paraguas es
tan divino como puede serlo cualquier otra cosa. La energía
meditativa es alquímica. Transforma los metales básicos en
oro; transforma lo más bajo en lo más alto.
br> Y en la cumbre última, todo es divino. Este mismo mundo es
el paraíso, y este mismo cuerpo es el cuerpo de buda.