PERO, A LA VEZ, ES LA MEJOR HERRAMIENTA PARA DESARTICULARLO.
1) DISTINGUE LOS MIEDOS:
El primer paso es no confundir los miedos amigos con los miedos enemigos. Los miedos amigos te advierten del peligro para que te pongas a salvo, para que te libres de la amenaza y no para que caigas en sus
manos. Los miedos amigos te preparan para enfrentarte a una situación determinada. Por el contrario, los miedos enemigos te disuaden de que luches y además, te debilitan y desaniman.
2) TÚ NO ERES TU MIEDO:
Debes tener en cuenta que el miedo tiene sus artimañas. Una de las más insidiosas, cuyo fin es debilitar nuestra fuerza, es que nos identifiquemos con él y nos sintamos avergonzados. Cuando asumimos
nuestros miedos como un rasgo negativo de nuestra personalidad, nos condenamos al silencio, al secretismo y como consecuencia de esto, no buscamos ayuda. Tienes que pedir el mismo respeto por tus miedos que por tus dolencias físicas.
3) NO COLABORES CON ÉL:
Además de esconderlos, también tendemos a alimentar nuestros miedos. Todos podemos ser colaboracionistas sin darnos cuenta;
el miedo es invasor y como tal tiende a hundir o anular a quien lo padece. Puede apoderarse de la conciencia entera del sujeto y alterar sus relaciones. Conviene por ello que lo aísles de tu dinamismo mental. No intentes justificarlo. No puedes decir:" Hoy no voy a esa reunión porque va a ser aburrida", cuando deberías reconocer:" No voy porque me da miedo la gente". No puedes decir: "No vale la pena reclamar una cosa tan boba", cuando en el fondo lo que estás pensando es que no sabes cómo hacerlo o no te atreves.
4) ADOPTA UNA POSICIÓN ACTIVA:
Una vez que son conscientes, debes declarar la guerra a los miedos enemigos que han invadido tu intimidad. Hay que movilizarse, es decir, afrontarlos activamente. Tienes varias opciones para hacerlo.
5) FORTALECE TU CUERPO:
La solución para luchar contra el miedo es disminuir el peligro o aumentar los recursos personales. En primer lugar, tienes que preparar tu organismo para la batalla. El miedo emerge de la biología, aunque tiene también otras causas. Está demostrado que el ejercicio físico es un antídoto contra las sensaciones que provienen de él.
Entre otras virtudes, aumenta la tolerancia al esfuerzo. No olvides que las personas con tendencia a la angustia suelen eludir el ejercicio físico.
6) SÉ TU PROPIO ENTRENADOR:
Los entrenadores saben muy bien que el atleta debe animarse a sí mismo antes de realizar un ejercicio o hacer un esfuerzo. Y los terapeutas más conspicuos insisten en preguntar a sus pacientes qué piensan de la terapia que reciben. Saben que una actitud displicente o unos comentarios acres o devaluadores van a limitar la eficacia del tratamiento.
7)DEBILITA A TU ENEMIGO:
Critica las creencias en que se basa el miedo. Desenmascara sus jugadas de farol. Búrlate de él. Desarrolla el sentido del humor para desactivarlo. Aprovecha todo lo que sabes para hacerle daño. Tienes que convencerte de que no es tan imponente. Exponte gradualmente al miedo.
8) BUSCA BUENOS ALIADOS:
Es difícil combatir el miedo solo; y si éste es patológico, imposible. Busca consejo y ayuda de personas competentes. Busca también a quien pueda darte ánimo cuando estés desalentado. Las redes de apoyo afectivo son la mejor solución a muchos de nuestros problemas, incluido el miedo.
ANATOMÍA DEL MIEDO- José Antonio Marina.